Luego del acuerdo llegado por la ex Concertación, la derecha y partidos del Frente Amplio, los poderosos del país se sonrieron y sobaron las manos. A los sectores desencantados del Frente Amplio, a su militancia honesta que cuestiona estas decisiones, el llamado es a levantar un camino distinto, para que sean las grandes mayorías las que decidan y las que celebren.
Luego del Acuerdo Constitucional celebraron los grandes empresarios. Sonríen especuladores y financistas. Así se reflejó en la respuesta de los mercados: luego de un alza histórica, el dólar amaneció con una baja considerable de $13,10 pesos, ubicándose su valor en $789,53 pesos. Por su parte, la bolsa chilena se recuperó y abrió al alza, subiendo más de un 6% el IPSA, lo cual podría mantenerse debido al optimismo del mercado.
Andrónico Luksic, el mayor magnate del país, celebró el resultado del Acuerdo por la Paz Social. “Dimos un paso importante (…) en paz y con convicción podemos reencontrarnos y recobrar el optimismo”, declaró.
Por su parte, Alfonos Swett, Presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, CPC, comentó que para él “Hoy ha ganado la ciudadanía. Ha ganado la democracia. Ha ganado la buena política.”
Y claro, la buena política para los empresarios y poderosos significa que se legisle y se haga política a su favor. Que no se cuestionen sus privilegios. Que no hablen las calles, sino los pasillos de los parlamentos y los políticos serviles a sus intereses. Y la democracia es que decidan los viejos partidos tradicionales para un proceso constituyente donde se excluye a los menores de edad y donde se aplicará un método de elección restrictivo y anti popular, tanto como en la elección de diputados.
Incluso más clara fue la editorial del diario golpista El Mercurio, del día de ayer, 16 de noviembre: “Si bien pueden encontrarse buenas razones para oponerse a una nueva Constitución (…) debe destacarse que el establecimiento de un cauce democrático sin rupturas institucionales (…) el reconocimiento de la democracia representativa, y la consagración del quórum de dos tercios para aprobar las normas en caso de optarse por una nueva Constitución, son indicadores de que se ha decidido privilegiar un camino de moderación.”
Se dan el lujo de defender la Constitución de la dictadura para luego celebrar tres hechos fundamentales: primero, que el quórum establecido para el proceso constituyente (2/3) les da seguridad a los poderosos y empresarios, porque tendrán poder de veto pese a ser una minoría.
Segundo, que se estableció un cauce sin rupturas institucionales. Es decir, las viejas instituciones del régimen heredado de la dictadura militar no se verán en cuestión si se realiza este proceso constituyente pactado y amañado.
Y tercero, este acuerdo es un claro gesto de que se decidió seguir por un camino de moderación. Un camino al cual entraron tranquilamente Revolución Democrática, Gabriel Boric, el Partido Comunes, y al cual luego se sumaron, sin firmar el Acuerdo pero plegándose al proceso, el Partido Comunista y Convergencia Social. Un camino que garantiza gobernabilidad para este gobierno de empresarios y criminales. Que, en última instancia, no resolverá las necesidades profundas de las grandes mayorías, que posterga para dos años la resolución de los problemas del pueblo trabajador y que mantiene en impunidad los crímenes cometidos por este gobierno y Carabineros.
Porque para avanzar en soluciones de fondo hay que partir por poner todas las riquezas que hoy acaparan un puñado de multimillonarios (Como Luksic, como los Edwards dueños de El Mercurio, como Swett y la CPC) al servicio de las necesidades básicas. Es decir, nacionalizar los recursos naturales bajo gestión de sus trabajadores y comunidades para financiar derechos básicos como educación, salud o vivienda gratuita y de calidad.
Los principales partidos del Frente Amplio han decidido hacerse parte de este juego. Darles la espalda a las grandes mayorías, jugar en la cocina parlamentaria, y darles en el gusto a los grandes empresarios. Quiéranlo o no, no se puede engañar a la gente: con este gobierno a la cabeza, con las instituciones heredadas de la dictadura militar en pie, con el quórum de 2/3, con el mecanismo de elección totalmente restrictivo, con el proceso dirigido por los partidos tradicionales, no dejará de ser cierto lo que dijo Jacqueline van Rysselberghe, presidenta de la UDI: “Esta será la Constitución de Sebastián Piñera”.
¡Necesitamos un camino alternativo! ¡Huelga general para que caiga Piñera!
¿Qué opinan los sectores de honestos y de base del Frente Amplio? ¿Sus simpatizantes? Ya hemos visto que se han generado quiebres al interior de Convergencia Social, con la salida de Jorge Sharp y 72 militantes, además de quiebres por ahora menores en diferentes regiones.
¿Pero hacia dónde dirigir ese desencanto? Hoy hay diversos sectores que han planteado rechazar el Acuerdo Constitucional: La ACES, la Coordinadora 8 de Marzo, Mesa de Unidad Social que ya avisó de una próxima convocatoria a una huelga general, entre otros.
Ninguna salida que sea celebrada por los poderosos y sus medios de comunicación será una salida favorable para el pueblo trabajador. Hay que proponerse afectar las ganancias de esos grandes capitalistas que se han enriquecido a costillas del pueblo trabajador, y enfrentar a los políticos, partidos y gobiernos que han defendido esos privilegios. Por eso hoy más que nunca hay que reponer con fuerza la consigna que han agitado las calles desde hace ya casi un mes: ¡Fuera Piñera!
Y para conquistarlo, debemos avanzar exigir que las federaciones estudiantiles, los organismos sindicales y sociales preparen efectivamente una huelga general indefinida que esté basada en un plan de lucha, con asambleas de base en lugares de estudio y de trabajo y que tenga como objetivo derrotar a este gobierno criminal y empresarial.
Sobre esa base podremos establecer una salida de fondo, que se levante con urgencia la Asamblea Constituyente, verdaderamente Libre y realmente Soberana, donde el pueblo trabajador sea el que pueda discutir sobre las necesidades que deben ser resueltas con urgencia.
Podemos proponernos dar esa pelea. Para eso hay que levantar una estrategia totalmente diferente a la que han impulsado el Frente Amplio y el Partido Comunista. En ese escenario celebrarán las grandes mayorías, y no los mismos de siempre.
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