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Red Internacional

Precarización. Crisis social, sanitaria y económica: Aumenta el encarecimiento de la vida, la inestabilidad laboral y el trabajo informal en Chile

Durante estos años hemos visto como el costo de la vida y la precarización laboral han venido en alzas, producto de la crisis económica mundial que se aceleró con la pandemia en la actualidad ¿Cuánto ha afectado esta situación a las y los trabajadores?

Domingo 1ro de agosto de 2021 | 11:22

En el último tiempo se ha visto cómo el gobierno presume de una baja en los contagios por Covid-19, llegando a tener en regiones como Tarapacá, Antofagasta, Aysén y Magallanes un 0% de PCR positivos, además de alcanzar un 80% de vacunados que equivale hasta la fecha a 12.125.426 de personas inoculadas con sus dosis completas, permitiéndole al régimen crear una suerte de ambiente optimista respecto a la crisis social, sanitaria y económica que vivimos las y los trabajadores.

Pero, estas cifras en nada reflejan la verdadera realidad que viven millones de familias, que han visto reducida su calidad de vida, salarios y condiciones laborales. Con un retroceso cercano a los siete años y en donde la extrema pobreza se duplicó.

Tomando en cuenta la reciente encuesta CASEN que refleja un crítico nivel de carencias que no se había visto en las últimas dos décadas, al igual que da cuenta de una desigualdad en donde el 10% de hogares con mayores ingresos, superan más de 400 veces el 10 % de los hogares con menos.

En este sentido el aumento vertiginoso e impredecible del IPC, se ha traducido en el encarecimiento generalizado de la vida, para las y los trabajadores que han visto como el precio de los productos de primera necesidad, vivienda y costos para educación han ido en aumento.

Sin ir más lejos, las bencinas han subido al punto de llegar a los 1.000 pesos por litros en algunas ciudades, afectando principalmente al transporte, reparto a domicilio y a la denominada última milla, que en última instancia, hace más difícil la obtención de ciertos productos y un encarecimiento sostenido de los alimentos.

Sumado a esto, el costo del arriendo en promedio en Chile es de unos 400.000 mil pesos, llegando a costos aún mayores en ciudades como Antofagasta y Calama. Conviviendo estos precios a su vez con una baja en el desempleo que alcanzó un 9,5%, pero que trajo consigo a su vez un aumento del subempleo de un 25,4%, es decir más de 2 millones de personas que no se están desempeñando en un empleo por tiempo completo, pero que es retribuido por menos del salario mínimo que en Chile es de 337 mil pesos, considerando que el estándar en términos de costos mínimos de vida es de 460.000 pesos.

Razón por la cual más de 81 mil familias se encuentran viviendo en campamentos que en muchos casos no tienen acceso al agua potable. Agregando también las alzas de precio que ha tenido la luz, agua y gas en muchas ciudades del país.

Este equilibrio precario en el cual se encuentra gran parte de las y los trabajadores los ha obligado a acudir al retiro del 10% de sus pensiones para pagar el altísimo costo de vida y en muchos casos deudas.

El número de deudores morosos equivale a 4,2 millones y de esta cantidad alrededor de 700 mil son adultos mayores con atrasos en el pago de sus deudas siendo el 16.5% del total. Situación que deja aún peor a los adultos mayores que deben sobrevivir con pensiones de miseria y en muchos casos sin acceso a tratamiento médicos por el también alto valor de estos.

Esta situación está lejos de mejorar, ya que las ilusorias cifras que dan cuenta de una cierta recuperación económica, no reflejan en la realidad la verdadera situación que viven millones de personas que deben salir a trabajar en condiciones precarias y con una elevada inestabilidad laboral, donde los despidos, suspensiones y la falta de contratos, los dejan a merced de las circunstancias azarosas que ha traído la crisis social, sanitaria y económica.

Es por esto que las y los trabajadores debemos mantenernos organizados para enfrentar estos ataques empresariales y exigir el reparto de las horas de trabajo, para que no hayan más desempleados en medio de la pandemia, junto con asegurar una estabilidad laboral con condiciones dignas, para que las familias no tengan que vivir en la incertidumbre, además de un sueldo mínimo acorde a la canasta familiar real y no aquella canasta manipulada por los estadísticas que no toma en cuenta el verdadero costo de la vida, que no solo nos permita acceder a lo básico, sino que vivir de manera íntegra, ya que hemos visto cómo en medio de la crisis, hay mayor pobreza para nosotros y ganancias millonarias para las familias más ricas del país, dejando en evidencia que ¡Plata hay! !¡Basta de precarización para las y los trabajadores!


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