La Vega, mercado patrimonial de destino obligado para muchos visitantes y habitantes de la ciudad de Santiago, nos impregna de su multiculturalidad, energía, colores y aromas de los más variados productos, tanto del mercado hortofrutícola, como el de una gran gama de mercancías para diferentes usos. Pero detrás de esa careta, La Vega evidencia una realidad, el trabajo informal en nuestro país, invisibilizado por la sociedad y el Estado chileno, donde miles de personas sufren diariamente condiciones insalubres de trabajo tanto físicas, mentales como organizacionales.
Historia
En tiempos de la conquista, el arrabal de La Chimba era un conjunto de viviendas precarias, habitadas por la clase más precarizada de la ciudad de Santiago. Luego de la construcción del puente Cal y Canto en el siglo XVIII, se comenzó a comercializar frutas y verduras llamándole “La Vega del Mapocho”. En 1895, se creó la Sociedad cooperativa anónima y sin fines de lucro, llamada “Vega Central”, para comprar el terreno que ocupaban. En 1916 se inauguró la nueva construcción de 6000 metros cuadrados, actualmente existen más de 1.500 locales comerciales que ofrecen múltiples productos. Concentra alrededor del 4% de las transacciones de los productos hortofrutícolas en Santiago.
Multiculturalidad
La comuna de Recoleta en la actualidad está conformada por una multiculturalidad de personas, ya que recibe a inmigrantes de diversas nacionalidades como peruanos, colombianos, bolivianos y dominicanos.
En la Vega Central la presencia multicultural es distintiva: de mil locales, los extranjeros trabajando son el 35% entre arrendatarios y locatarios.
Condiciones laborales
Trabajos pesados, manipulación manual de cargas extremas (sobre los 50 kg), malas condiciones ambientales, jornadas laborales extensas, discriminación, machismo, alta tasa de subcontratación y pagos informales, son algunas de las condiciones laborales que podemos observar dentro de este espacio, que a pesar que impregnan al turista o visitante de buenas energías, esconde una situación negativa respecto a las precarias condiciones laborales que esta les ofrece a sus trabajadores y trabajadoras.
Estudios ergonómicos de campo levantados en La Vega a fines del 2015, han expuesto resultados objetivos que evidencian esta precariedad en el trabajo informal de miles de personas. Recordemos que se considera “trabajo pesado” a aquellas labores cuya realización acelera el desgaste físico, intelectual o psíquico en la mayoría de quienes los realizan, provocando un envejecimiento precoz, aún cuando ellos no generen una enfermedad laboral.
La Ley Nº 19.404 se debiese hacer cargo de una realidad del mercado laboral chileno, reconociendo que este tipo de trabajos pesados existe y que, aun cuando se puedan impulsar acciones para que mejoren las condiciones de estos trabajadores, esto puede tomar mucho tiempo o simplemente no ser factible en el horizonte de vida laboral del trabajador. Si es que un puesto de trabajo es considerado como trabajo pesado, la Ley permite pensionarse en forma anticipada a quienes realizan este tipo de labores. Para ello se realizan cotizaciones adicionales que son depositadas en las cuentas de capitalización individual de los trabajadores. Sin embargo, para que esto sea efectivo, las y los trabajadores deben tener un contrato laboral vigente de trabajo, si esto no ocurre, no pueden ser acogidos a ningún método correctivo de su trabajo y/o algún tratamiento de salud, quedando entonces totalmente excluidos de la protección de esta ley todos los trabajos informales, a pesar de ser un gran porcentaje dentro de nuestro país y que además que contribuyen en gran escala al mantenimiento de nuestra sociedad.
Es de vital importancia, que los y las trabajadoras de nuestro país tenga conciencia sobre las exigencias de su puesto de trabajo y si es que éste se adapta realmente a sus capacidades como ser humano. Más allá de visibilizar el caso específico de La Vega, es necesario evidenciar el trabajo informal en nuestro país.
Se hace necesario también demostrar en este artículo, el llamado a las instituciones encargadas de fiscalizar e intervenir en las mejoras de los puestos de trabajo, a que dejen de invisibilizar el trabajo informal. Las condiciones que le ofrece este sistema capitalista a muchas personas, difícilmente garantizarán las condiciones de trabajo óptimas para [email protected], por lo cual debemos exigirle hoy al Estado que nos provea de leyes y condiciones dignas de trabajo a toda la población, sin importar la clase social, el tipo de trabajo que realicemos y si pertenecemos o no a una multinacional que pueda financiarlo.
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