Mujer de múltiples cualidades e ideas determinadas. Leni Alexander es la encarnación del poder creativo en la música. Hablante de cuatro idiomas: francés, inglés, alemán y castellano. Es una de las pocas representantes femeninas que han estampado su sello en la Asociación Nacional de Compositores.
Fotos: Bernd Schäfer
Leni Alexander probablemente sea una de las artistas de mayor envergadura del siglo XX. Pedagoga, intérprete, compositora y reconocida a nivel mundial, moldeó su carrera en territorio chileno. Hoy gran parte de sus obras hallan cobijo en instituciones culturales, entre las que sobresale el Archivo de Música de la Biblioteca Nacional.
Emplazados en la planta baja, los libreros del inmueble, antes llamado Archivo del Compositor, disputan frente al piano y arcos arquitectónicos la atención de transeúntes. Estos colosos contienen los escasos registros de Leni Alexander. Compositora judía, oriunda de Breslau, Polonia, quien a raíz de movimientos antisemitas debió embarcarse camino a Chile en 1939, dejando un extenso legado al fallecer.
De esos títulos, el Archivo de Música conserva partituras y grabaciones. Sonatas, cantatas, música para ballet y música incidental son parte del catálogo. Amplía la nómina “Chacabuco-ciudades fantasmas”, obra compuesta a petición del Goethe Institut de Santiago para el ciclo “Reflexiones de Chacabuco”. La cual se estrenó el 22 de septiembre de 1993, un año posterior a su creación.
Actualmente, las páginas encargadas de salvaguardar su memoria no están en castellano, al menos un gran número de ellas. Los registros más completos de la vida y quehacer creativo de Leni Alexander, y que circulan por internet, están en alemán o francés. Se debe tener presente que, a pesar de asentarse en Chile, jamás cortó lazos con sus raíces maternas. Quizás esa, y los continuos viajes a Europa, fueron la razón de su proyección sin fronteras.
Incluso el Premio Nacional de las Artes Musicales, Fernando García, describe minuciosamente en “La Mujer Compositora”, libro de Raquel Bustos, la prolífera trayectoria de Leni Alenxander. “Sobresalió por el interés despertado en torno a su obra creativa, que fue reconocida en Estados Unidos, así como en Europa, particularmente en Alemania, Francia e Italia, lugares donde residió, además de Chile”.
Alumna del compositor holandés Fré Focke, dio paso a un estilo peculiar, que Lucila Césped, maestra de armonía y contrapunto de Leni, definió como “extraño”. De este modo, Césped anima a su discípula a alistarse al alero de Focke, pues existía una línea compositiva similar.
Tiempo después, en una entrevista, la compositora ilustra cómo fue el primer contacto con Focke. “Me recibió muy amablemente y se sentó enseguida al piano, tocando mi música. Rápidamente tuvimos un muy buen contacto, aceptándome como alumna”. Cinco años estuvo a su cargo, hasta que viajó a Francia para perfeccionarse.
Al retornar a Chile, trajo consigo las experiencias de la Radiodifusión Francesa, expuestas en el Instituto Chileno-Francés de Cultura de Santiago. Además, impartió cursos para difundir la nueva música europea y norteamericana. En el campo docente, dictó aulas de composición e implementó talleres infantiles de improvisación. Actividad que no sólo se limitó a suelo continental, también alcanzó establecimientos norteamericanos, como el California College of Arts and Crafts de Oakland.
Actualmente, un número significativo de audios y partituras pueden apreciarse en el Archivo de Música. Motivo suficiente para invitar a académicos, público general, estudiantes secundarios y universitarios a escuchar sus composiciones, o para quienes poseen conocimientos musicales, revivir las notas impresas en el pentagrama.